Autorretrato de Carmelo Vicent Suria, 1926.
Carmelo Vicent
Suria, escultor,
imaginero, dibujante y artista fallero que nació el 13 de noviembre de 1890 en
la alquería de Rovira del pueblo de Carpesa (pedanía de la ciudad de Valencia
desde 1898), hijo de una familia de labradores formada por José Vicent
Ballester y Filomena Suria Meseguer.
Inició
sus estudios artísticos en 1912, formándose en la Escuela de Bellas Artes de
San Carlos de Valencia y trabajando, junto con Julio Benlloch, en el taller del
escultor José María Ponsoda.
Miembro de la escuela valenciana de escultura, se dedicó a la
talla de esculturas y relieves de mármol y madera. Trabajó la imaginería
religiosa y la escultura profana, realizando trabajos en madera policromada con
las cuales logró un estilo personal, sobrio y equilibrado.
En 1934 obtuvo el Premio Nacional de Escultura con La moza de Cántaro y también logró en distintos
certámenes la tercera, segunda y primera medalla en las Exposiciones Nacionales
por Labrador valenciano,
Homenaje al trabajo y Cristo
yacente, respectivamente.
Casado
con Salvadora Cortina Lluna tuvieron varios hijos, entre ellos el conocido
escultor Octavio Vicent Cortina. Estableció su casa-taller en el casco antiguo
de la ciudad de Valencia de forma sucesiva en las calles Calatrava, Caballeros,
la plaza de la Almoina y la calle Na Jordana, cambiando constantemente de lugar
por cuestiones de acoplamiento, unas veces económico y otras buscando un
espacio más saludable por motivo de la delicada salud de su esposa.
En el año 1927 falleció su mujer, cuando vivían
en el estudio de la calle Na Jordana. Se volvió a casar en 1929 con Francisca
Alcácer Sanmartín y la familia se trasladó a Madrid, donde Carmelo trabajó con
el escultor José Capuz.
Después de una breve estancia en Madrid regresó a Valencia, donde combinó su
labor artística con la docencia. Abrió un importante taller en la calle Conde
Trenor de Valencia donde trabajaron escultores de la talla de Vicente Balaguer,
Juan Huerta y Salvador Furió.
En 1942 obtuvo la plaza de Procedimiento Escultórico y poco
después la de Talla Escultórica en la
Escuela de San Carlos de
Valencia, siendo poste-riormente nombrado Académico de la Escuela de Bellas Artes de Toledo en el año 1952.
Está considerado como el
escultor más casticista de su generación. Destacó por su gran maestría en la
talla en madera y piedra. Entre sus principales obras podemos destacar el Labrador valenciano (Medalla nacional en
1928), Homenaje al trabajo (Segunda
Medalla en 1934), La moza de cántaro
(Premio Nacional de 1934), La Piedad
(Primera Medalla en 1941), el Sagrado
Corazón de Jesús (1941) de la
capilla del Sagrario de la basílica de la Virgen de los Desamparados de
Valencia, la Virgen de los Desamparados
de Valencia (1944), las esculturas de La
Justicia y La Prudencia de la
fachada del Ayuntamiento de Valencia, el busto de Simón Rojas del Jardín Botánico de Valencia, la Virgen del Carmen del templo de San José
de Burriana, la escultura de San Vicente
Ferrer del puente del Real de Valencia, Nuestra
Señora del Rosario de la Colegiata de Gandía y un largo listado donde
podríamos nombrar muchas de las obras religiosas y profanas realizadas por
Carmelo Vicent, especialmente sus esculturas procesionales realizadas para
distintas cofradías como el Ecce Homo
de Alzira, Santa Águeda de Catral, la
Regina Pacis de Ontenient, el Cristo de Canyamelar, el Cristo
del descendimiento de Crevillent, etcétera.
Su trabajo se centró, principalmente, en la imaginería religiosa,
aunque también alcanzó una gran reputación como constructor de monumentos falle-ros,
resaltando los que realizó para las calles Baja-Mesón de Morella (1922),
Cocinas (1923), Paz (1924), Bajada de San Francisco (1925), Collado (1925) y
San Bult (1927).
Como he nombrado anteriormente, Carmelo fue el padre del también
escul-tor Salvador Octavio Vicent Cortina, formando una de las más importantes
sagas de escultores valencianos contemporáneos. Ambos trabajaron la
iconografía de temática religiosa y se les incluye dentro de la estética
realista de corte mediterráneo.
La obra escultórica de Carmelo Vicent está
considerada como la más casticista de su generación, exaltándose sus trabajos
sobre temática religiosa de tradición española. En estas esculturas destaca la
austeridad, confiriéndole un alto grado de misticismo a sus esculturas
religiosas. Técnicamente destaca su dominio de la talla en madera y piedra,
especializándose en la talla imaginera de carácter religioso. Influido por José
Capuz y los escultores realistas castellanos de su época, huyó de lo
barroquizante y pictoricista, logrando un estilo personal, sobrio y
equilibrado, con inclinaciones decorativistas. Carmelo alternó la imaginería
religiosa con la escultura profana, encontrando diferentes elementos
clasicistas en sus obras, sobre todo en sus esculturas de carácter profano.
Falleció en Valencia el día 10 de noviembre de 1957, siendo
enterrado en el cementerio Municipal de Carpesa, su población natal, donde se
le conmemora con una calle que lleva su nombre.
Los
sainetes son piezas dramáticas de un acto, generalmente de carácter
popular, que por su brevedad suelen representarse como intermedio de una
función o al final de la misma.
El sainete valenciano, en particular, pretendió reflejar la vida social
y la idiosincrasia del pueblo valenciano, recurriendo al recurso de que los
perso-najes de las clases bajas hablaran en valenciano, mientras que los
forasteros, la burguesía y todo aquel que quisiera aparentar riqueza o
educación habla-ban un castellano repleto de valencianismos e incorrecciones,
buscando una crítica meramente moral. En palabras de Joan Fuster, esta
literatura popular saca un excelente partido cómico de la burla dirigida a los
castellanizantes, haciendo las delicias del auditorio al aludir a las
cursilerías de los valencianos adinerados tratando de hablar en castellano para
demostrar una posición social y una cultura que no tenían.
Entre los sainetistas valencianos más destacados cabe nombrar a
Eduardo Escalante, Josep Bernat i Baldoví y Francisco Palanca Roca. También
fueron numerosos los artistas y escritores que utilizaron este género cómico
para referirse a distintas cuestiones como el humor o la moral, tratando de
reflejar la sociedad valenciana de la época, entre los que podemos nombrar a
José García Capilla, Josep Ovara, Antoni Roig i Civera, Manuel Millàs Casa-noves,
Josep Campos Martí, y el propio Carmelo Vicent Suria.
Carmelo Vicent fue uno de estos artistas que dedicó parte de su
tiempo y talento a escribir sainetes, presentando una obra que se impregna del
ambiente de la huerta valenciana de mediados del siglo XX donde se mani-fiestan
sus costumbres, tradiciones, y en general, la idiosincrasia de los huertanos
valencianos, de la que era conocedor desde su niñez al haber nacido y crecido
en una alquería de Carpesa, enclavada en pleno corazón de la comarca de l´Horta Nord de Valencia.
También queda patente el conocimiento teatral de Carmelo Vicent en
su relieve La moza de cántaro, con la
que obtuvo el Premio Nacional de Escultura del año 1934, que representa un
homenaje a la obra literaria del poeta y dramaturgo español Lope de Vega.
Entre sus sainetes podemos destacar “El so Vicent fa la
festa” (s/f), “Mister Gabia” (1951),“Defectes tots en tenim” (1951), “Les
barraquetes de Batistet” (1953), muchos de los cuales llevan el sello de la
censura franquista al tratar temas como la justicia, o la burla de la misma,
que estaban prohibidos por el régimen al considerar que quebrantaban valores
como la honestidad.
En este periodo era habitual disfrazar de
sainete costumbrista la crónica de una España arrasada, sin infraestructuras,
con trabajos precarios, y donde la sociedad se encontraba sometida. El tono
cómico servía para tratar de burlar el control de la censura franquista
mediante diversas peripecias que escon-dían la realidad de la dura lucha del
individuo por la supervivencia en un entorno hostil y retrógrado. Contra lo que
parecía previsible, no solo se censuró a los autores antifranquistas que
trataban temas como la política o la religión, también se impusieron cortes y
prohibiciones a los autores conser-vadores en los temas relacionados con la
moral o el sexo.
El sainete “Mister Gabia” de Carmelo Vicent es
un Juguete cómico en un acto que se divide en 15 escenas. La trama transcurre
en el interior de una modesta casa de la huerta valenciana que, según se narra
en la obra, se encuentra cerca de la población de Benimaclet.
Los personajes son: Telesforo (Mister Gabia),
que se dedica a reparar gavies
(jaulas para pájaros), es el amo (dueño) de la casa y es apasionado a la pesca
y asiduo a la taberna; Verderól, amigo de Telesforo que ha robado el pato que se
va a cocinar para la comida; Titarrufo, trabajador en casa de Mister Gabia;
Demesia, criada de la casa; Inosensio, cabo de los guardas (Guardia Rural) y
novio de Demasia.
Esta obra teatral, según la censura franquista,
quebranta y ultraja la ética y la moral de la época, al presentar a uno de los
personajes que trata de burlar la justicia después de haber cometido un pequeño
robo, del cual se encuentra completamente arrepentido, como podemos apreciar en
la última escena cuando Verderol, autor del robo, dice; Me han fet pasar un mal rato, pero pasà ya el perill, de huí en avant no vullc pato; domés mencharé conill.
Bibliografía:
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Enlaces de interés:
http://esthisart.blogspot.com.es/2012/03/carmelo-vicent-suria.html
https://dl.dropboxusercontent.com/u/62271624/mister%20gabia.pdf