Mosaico romano de las nueve musas.
Hallado en la población valenciana de Moncada.
“ Para empezar, cantemos invocando a las Musas Helicónides, que
habitan en el grande sacro monte Helicón, y que, a menudo, danzan con sus
ligeros pies, alrededor del manantial de violáceas aguas del altar del
todopoderoso hijo de Cronos (...)
Son ellas las que
un día enseñaron a Hesiodo un hermoso canto, mientras apacentaba sus corderos
al pie del divino Helocón (...)
Empecemos, pues,
por las Musas cuyos cantos en el Olimpo deleitan el corazón de Zeus, al
explicar con voces unísonas el pasado, el presente y el futuro. Sin cesar
fluyen por sus labios deliciosos acentos; y, al fundirse su voz luminosa por
doquier, el alcázar eterno de Zeus tonante sonríe. Resuenan también las cumbres
del nevoso Olimpo, y las moradas de los inmortales, mientras la divina música
de aquellos cantos que glorifica el origen de la familia de las veneradas
deidades, empezando por el principio, con los que primeramente fueron
engendrados por la Tierra
y el Cielo (...)
Allí, junto a la
más alta cumbre del nevoso Olimpo, tienen las nueve Musas sus espléndidas
moradas, y donde forman sus armoniosos coros. Las Gracias y el Deseo las
acompañan en los banquetes y, asimismo con ellas, emiten sus bocas sones
agradables, celebrando las leyes de todo lo existente y las costumbres
veneradas de los inmortales(...)
Toman luego la
ruta del Olimpo, orgullosas de su pulcra voz y de sus divinos cantos, mientras
la oscura Tierra resuena toda ella de aquellos himnos (...)
Gracias a ellas y
al arquero Apolo, hay en la
Tierra cantores y citaristas; como los reyes proceden todos
de Zeus. ¡Dichoso aquel a quien aman las Musas! De sus labios no puede fluir
más que suaves acentos. Si un hombre se siente afligido y tiene angustiado su
corazón por reciente desgracia, haga que el cantor, ministro de las Musas,
celebre las hazañas de los tiempos pasados y a los bienaventurados dioses que
moran en el Olimpo. Si así es, pronto el desgraciado olvidará sus penas, y no
quedará de sus cuitas el más leve recuerdo; como don milagroso, los dioses le
habrán curado de sus desgracias (...)”
HESIODO, La Teogonía, en los trabajos
y los días.
La Teogonía. El escudo de Heracles, Barcelona,
Iberia, 1984, págs 95-98.
Las damas de
compañía de Apolo eran las nueve Musas en la mitología griega. Las nueve diosas
hijas del dios Zeus y de la Titánide Mnemosine, la diosa de la memoria, que
se habían acostado juntos durante nueve noches consecutivas. Originalmente eran
ninfas que tenían a su cargo las fuentes capaces de conceder inspiración, sobre
todo las fuentes Aganipe e Hipocrene, en el monte helicón y la fuente Castalia,
en el monte Parnaso, lugar que se convirtió en su residencia habitual.
Las musas
presidían las Artes y las Ciencias, y se creía que inspiraban a los artistas,
especialmente a poetas, filósofos y músicos. Calíope era la musa de la Poesía épica, Clío la de la Historia, Euterpe de la Poesía lírica y la Música, Melpómene de la Tragedia, Terpsícore de la Danza y el canto, Erato de la Poesía amorosa, Polimnia de
la Poesía
sagrada, Urania de la
Astronomía y Talía de la Comedia y la poesía pastoril.
Se decía que las
Musas eran las compañeras de Las Gracias y de Apolo, el dios de la música.
Podían encontrarse en las laderas del monte Parnaso, donde el manantial
Castalia brota cerca del oráculo de Delfos, encontrándose en otras ocasiones en
el monte Helicón. Ellas se sentaban junto al trono de Zeus, rey de los dioses,
y cantaban su grandeza, el origen del mundo y sus habitantes, así como las
gloriosas hazañas de los héroes. Se las veneraba en toda la antigua Grecia,
especialmente en el Helicón, Beocia, y en Pieria, Macedonia.
Enlace de interés;
dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2690994
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